PATRONES DECORATIVOS EN LOS TEJIDOS DE SEDA DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII EN VALENCIA

Autora: Ana Eugenia Arnal Bosch – Historiadora del Arte.

PATRONES DECORATIVOS EN LOS TEJIDOS DE SEDA DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII EN VALENCIA.

La importancia de Valencia como mayor centro sedero de España en el siglo XVIII radicaba en: el cultivo de la morera y la cría de gusanos de seda o bombyx mori; la gran actividad comercial (Puerto de Valencia, Lonja de la Seda, Ruta de la Seda…); la destreza de los tejedores, la mayoría afincados en Velluters; y por último, el descenso de la producción en otros núcleos sederos españoles, castellanos y andaluces, debido a medidas proteccionistas impuestas desde el estado.
Durante este siglo la producción de tejidos de seda fue muy abundante e innovadora respecto a los anteriores periodos. El principal motor de este cambio fue la entrada de nuevas formas y técnicas procedentes del exterior, sobre todo desde Francia. Este intercambio estuvo motivado por varios factores. Primero, la proximidad geográfica. Segundo, los franceses desde el siglo XVII recogieron la tradición italiana y consiguieron mejorar la maquinaria textil, por ello realizaron la mayoría de las innovaciones técnicas. Además, la importancia de la ciudad de Lyon como referente en materia textil invitaba a ser imitada. Tercero, después de la Guerra de Sucesión (1701-1713) Felipe V, nieto de Luís XIV, se convirtió en el rey de España e introdujo la moda francesa y las primeras ideas ilustradas.
Los modelos que fueron importados desde Francia no fueron reproducidos de manera exacta por los tejedores valencianos debido a que los telares no eran iguales. Asimismo, era muy complicado realizar una reproducción exacta de un tejido. Sobre todo porque en el siglo XVIII aún no existían los conocidos telares Jacquard. Los telares anteriores a este invento no tenían la máquina superior que contiene el cartonaje. Para suplir su función era necesario conocer que movimientos había que realizar y tres personas para manejarlo.

artículo indumentaria tradicional
Imagen 1. Telar para tejidos lisos. En: DIDEROT, Denis; D’ALEMBERT, Jean. L’encyclopédie. Recueil de Planches, sur les sciences, les art libéraux, et les arts méchaniques avec leur expkication. L’art de la soie. París, 1751-1780 (Ed. Facsímil, Barcelona, 1980).

 

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Imagen 2. Maquinaria superior de un Telar Jacquard. En: Museu de la Seda de Moncada.

Los tejidos tenían una gran variedad de usos: indumentaria religiosa, indumentaria femenina y masculina, ropa de cama, tapicería, revestimiento de muros… Dependiendo de las dimensiones y el uso de la pieza podía variar el diseño y la técnica. Las técnicas más comunes eran: espolines, damascos, tafetanes, terciopelo y el muaré o moaré. Por ejemplo, para tapicería y revestimientos era muy habitual usar damascos y terciopelos porque no tenían elementos adicionales, como el oro y la plata, que pudieran entorpecer su uso. Asimismo, buscaban minimizar costes porque los tejidos eran substituidos dependiendo de la decoración y las comodidades de cada época del año. El precio del tejido podía variar dependiendo de las dimensiones, los materiales, la complejidad del dibujo y la técnica.
En general, los patrones decorativos eran de gusto barroco y estaban formados por diversos elementos que juntos le otorgan al tejido un aspecto muy “rico”. Los elementos más abundantes eran: flores, formas vegetales, ramos, lazos, cintas, cintas que imitan encaje, guirnaldas, líneas sinuosas, orlas… Los tejedores disponiendo estos elementos de distintas formas y combinando diferentes técnicas creaban una gran variedad de tejidos.

El diseño formado por un gran ramo central rodeado por una orla de cintas o formas vegetales era uno de los más comunes. Esta disposición fue reproducida durante el siglo XIX, pero con ramos simétricos y aspecto más estático. Actualmente, hay una gran variedad de tejidos que se acoplan a esta descripción.

Imagen 3. Espolín con grandes ramos rodeado por cintas. En: Centre de Documentació i Museu Tèxtil.
Imagen 3. Espolín con grandes ramos rodeado por cintas.
En: Centre de Documentació i Museu Tèxtil.

 

Imagen 4. Espolín del siglo XIX realizado por la fábrica Garín. Nombre “Rica”. En: Museu de la Seda de Moncada.
Imagen 4. Espolín del siglo XIX realizado por la fábrica Garín. Nombre “Rica”.
En: Museu de la Seda de Moncada.

 

También eran muy comunes aquellos que tenían cintas verticales y sinuosas de las cuales salen ramos de flores y hojas. Los ramos eran de colores muy vivos al contrario que el fondo que solía ser neutro. Las cintas podían ser de varias maneras: formadas por imitación de encaje o rellenas con formas vegetales. En este diseño los ramos siempre estaban dispuestos “al tresbolillo”. Es decir, distribuidos en filas paralelas de manera que la posición de los elementos de una fila corresponde al centro de los vacíos entre dos elementos de las filas inmediatas.

Imagen 5. Diseño con cintas y ramos distribuidos “al tresbolillo”. En: Centre de Documentació i Museu Tèxtil.
Imagen 5. Diseño con cintas y ramos distribuidos “al tresbolillo”. En: Centre de Documentació i Museu Tèxtil.

El siguiente diseño también presenta líneas sinuosas, pero añadiendo un fondo listado y un aspecto más geométrico, ya que la verticalidad de las listas contrasta con el movimiento de los demás elementos. En el siguiente ejemplo las líneas sinuosas están dispuestas a espejo, compuestas por ramos separados, que realizando zig-zag crean estas líneas ondulantes. Las listas están formadas por dos tipos de cintas, que imitan encaje. El fondo está realizado mediante la técnica del moaré con pequeñas flores rellenando los espacios que faltan, así pues, todos los espacios se encuentran ocupados.

Imagen 6. Tejido de seda espolinado con fondo muaré. En: Instituto Valenciano de Don Juan (Madrid).
Imagen 6. Tejido de seda espolinado con fondo muaré.
En: Instituto Valenciano de Don Juan (Madrid).

El estilo “Luis XV”, de origen francés, destacó porque sus elementos eran de dimensiones más pequeñas y estaban más próximos. La disposición era similar a los diseños compuestos por “líneas sinuosas formadas por elementos vegetales o encajes de las cuales salen ramos, jarrones o flores” porque sus elementos también estaban dispuestos “al tresbolillo”.

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Imagen 7. Tejido que fue expuesto en la “Exposición de tejidos españoles anteriores a la introducción del Jacquard” de 1917 (Número de inventario 356). Era propiedad de D. José Arnaldo Weissberger.

El estilo “Luis XVI”, de origen francés, estaba compuesto por guirnaldas vegetales, flores, cintas, lazos y en algunas ocasiones medallones ovalados o circulares. Las dimensiones de los elementos eran más modestas y se abandonan las grandes formas. Se apostó por una ordenación de carácter más geométrico, con más espacios vacíos, y renunciando a las formas sinuosas que se entremezclan. El fondo era listado y estaba compuesto por franjas de distintos tamaños. Además, solían alternar unas franjas con decoración y otras sin ella. En algunos tejidos insertaban pequeños ramos de flores formando zig-zag.

Imagen 8. Espolín “estilo Luís XVI”. En: Centre de Documentació i Museu Tèxtil.
Imagen 8. Espolín “estilo Luís XVI”.
En: Centre de Documentació i Museu Tèxtil.

Los tejidos llamados chinoiserie, estilo creado por Madame de Pompadour (accionista de la Compañía de las Indias), estaban formados por miniaturas de carácter oriental. Solían estar formados por pequeñas casas, motivos florales, figuras humanas, y en algunos casos animales.

Imagen 8. Tejido con decoraciones tipo chinoiserie. Técnica: Brocatel. En: Instituto de Valencia de Don Juan (Madrid).
Imagen 8. Tejido con decoraciones tipo chinoiserie. Técnica: Brocatel.
En: Instituto de Valencia de Don Juan (Madrid).

Estos serían los patrones decorativos más comunes de la sedería valenciana en la segunda mitad de siglo XVIII. Posiblemente hubo otros pero, debido a los pocos ejemplares que se han conservado, por el momento no es posible conocerlos. Muchos de los tejidos no están datados, ni localizados con exactitud, debido a la amplia red de comercio que existía para la seda y las similitudes entre las piezas de diferentes nacionalidades. Por ejemplo, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, se realizaron tejidos compuestos por formas clásicas y geométricas de corte neoclásico, debido al descubrimiento de Pompeya (1748).

 

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